Por Jennifer Tejeda Cuesta
A veces olvidamos lo agradable que se siente ser escuchadas y recibir un abrazo de aliento que nos reconforte, eso mismo podemos darle a los demás cuando lo necesiten. Un poco de nuestra atención puede cambiar el rumbo de otra persona.
La empatía se trata de entender y respetar las experiencias de vida de cada quien, sabiendo que no tenemos la verdad absoluta de nada. Evitemos vivir desde el juicio, la vida no es blanco y negro, la empatía nos permite descubrir los múltiples matices de colores que existen.
La empatía entre mujeres es a lo que hoy se le llama sororidad, que más que ser amigas, es una hermandad, es cuidarnos, apoyarnos, celebrarnos, admirarnos, aconsejarnos desde el amor y ser felices cuando vemos a otra mujer brillar, hagamos esto parte de nuestros ideales, apliquemos la congruencia poniendo en práctica lo que predicamos y seamos para otras lo que esperamos recibir.
Ser empáticas con nuestras amigas, con nuestra madre, hermanas o con cualquier mujer de nuestro entorno, no consiste en estar de acuerdo con lo que nos dicen, se trata de comprender profunda y completamente, escuchar con el corazón y actuar a partir de lo que ella siente.
Mujeres, vamos a escucharnos sin juzgar, a apoyarnos y a reconocernos sin envidiar. Nuestro poder es más fuerte si lo compartimos, si somos aliadas y estamos unidas.
Apostemos a otras mujeres, impulsando sus sueños, porque cuando una mujer es valiente y alcanza todos sus objetivos está abriendo el camino para que todas lo hagamos.
Esas que creen en sí mismas, que se aman, que viven bajo sus propios términos, que se levantan cuantas veces sea necesario, ellas nos inspiran a todas, ellas comparten su brillo e iluminan a otras y juntas somos resplandecientes, invencibles, imparables y poderosas. Hay espacio para todas, todas podemos brillar, juntas somos mejores, si ayudas a que otras brillen, tú brillas aún más.
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