Por Maylin Dionicio
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¿Alguna vez has pensado en cómo las palabras pueden afectar nuestras vidas de maneras sorprendentes?
Quién diría que esas pequeñas unidades de comunicación tienen una influencia enorme en nuestras emociones, relaciones y perspectivas.
Las palabras pueden ser un juguito de chinola con hielo en verano o un agapón eléctrico en medio de una tormenta.
Si estás pasando por un momento difícil y alguien te dice unas palabras reconfortantes y alentadoras. ¿No sientes instantáneamente cómo se levanta tu ánimo y cómo te invade una sensación de esperanza?
“Tont@”, “pobre del que termine estando contigo”, “¿Y no encontraste otra ropa que ponerte?” “Para lo que dijiste, mejor no hubieras venido”, “No me esperaba que fueras inteligente”.
Estas de seguro no se sienten igual; una crítica hiriente, un comentario despectivo, un insulto o un “halago camuflado” pueden dejar cicatrices emocionales profundas.
y ahora están de moda las criticas constructivas . Siempre aparece alguien que tiene un master en vida y quiere compartirte sus conocimientos, hasta sin habérselo pedido.
Hay dos elementos a tomar en cuenta:
1.Como se dicen las cosas si importa, la forma se puede llevar el fondo. El tono, las expresiones faciales y la intención real de la persona detrás de la critica te dicen si esa recomendación viene de buena o mala fe.
2. No estás obligado a recibir una “simple opinión” si no la quieres oír. Puedes rechazar el comentario también con tu “Simple respuesta”. Recuerda que LOS CONSEJOS SE PIDEN.
El gran problema con las palabras es que su efecto es intangible, no puedes verlo ni tocarlo, queda impregnado en el alma y en la mente.
Te dicen un día que no eres tan inteligente y cuando menos piensas, ya te lo crees.
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